El respeto a la tradición de Lima y el Parque de la Reserva
Las ciudades patrimonio como Lima han de ser cuidadas y preservadas. Esa es la principal labor de sus autoridades
Cuando la visionaria propuesta urbanística del Presidente Leguía amplió los límites de lo que se llamaba Lima, esta se expandió con grandes avenidas y proyectos de gran envergadura, muchos de los cuales son hoy en día parte de la fisonomía urbana de nuestra capital y patrimonio monumental de la misma.
Uno de estos grandes proyectos fue el emblemático Parque de la Reserva, que precisamente lleva ese nombre en conmemoración de las tropas reservistas que defendieron la ciudad de la infame invasión chilena.
Las Batallas de San Juan y Miraflores esas terribles cicatrices en el alma de Lima, fueron el escenario para que aquellos heroicos reservistas ofrenden sus vidas. El recuerdo de aquellos defensores de nuestra dignidad frente a un invasor protervo, con ánimo vejatorio, rapaz y capaz de la más baja ratería, ha de ser perenne. La deuda con ellos es del espíritu.
Fue precisamente Leguía que convocó a los más destacados arquitectos y artistas del momento para hacer del Parque de la Reserva una auténtica obra de arte.
El arquitecto francés Claude Sahut, que dejó huella imborrable en Lima con numerosas obras, que incluso tomo parte en la construcción del actual Palacio de Gobierno fue convocado junto con los más renombrados artistas, entre ellos el genial José Sabogal que dio al parque la nota indigenista en perfecta sintonía con el diseño clásico de Sahut.
Luego de su inauguración el parque se convirtió en un lugar representativo de Lima, hasta que pasados los años y en medio del deterioro que sufrieron el centro y parte de Lima por la crisis y la incuria de nuestras autoridades, lucía en muy mal estado.
En su primera gestión el Alcalde Castañeda inició una cuestionada remodelación que acabó con la sorpresiva instalación de más de una docena de fuentes ornamentales. El hecho es irreversible y las fuentes han sido acogidas muy bien por la población de la nueva Lima. El llamado Circuito Mágico del Agua, curioso nombre salido sin duda de la mente del chiclayano burgomaestre, es ahora un atractivo turístico de la ciudad. Nadie lo duda.
Lo cierto es que el tema vuelve a la luz debido al lanzamiento de un nuevo logo para el mencionado Circuito, la pobreza del diseño llamó la atención de la ciudadanía y fue motivo de mofa. Es sabido que el buen gusto no ha caracterizado ninguna gestión de Castañeda. Y el “logo” ahí sigue en sus redes sociales.
Pero hay un tema más trascendente y es que se debe respetar el nombre del Parque de la Reserva, tiene historia, tradición y razón de ser. Basta ya de ese penoso complejo de Adán de querer rebautizarlo todo. Las aguas están. Bien, son un atractivo, pero el Parque se creó con un nombre y un sentido que hay que respetar.